¿trabajo duro o trabajo inteligente?

Cuando estamos al mando y/o somos responsables de nuestro negocio, emprendimiento o sección de nuestra empresa, la sostenibilidad económica de éste se convierte en un acto de permanente resiliencia.

A falta de herramientas de apoyo a las ventas o lanzamiento del negocio, producto, etc, las PYMES concluyen ejecutar un medio de comunicación específico (folleto, aviso, sitio web, RRSS, etc.), directamente con quién asumen es un especialista (publicista, diseñador gráfico, diseñador web, imprenta, etc., todos ofertando marketing y estrategias) y cuyo costo esté a su alcance.

No obstante, y en general, el especialista no resuelve más allá del aspecto técnico, quedando el contenido estratégico a cargo del cliente. Trabajamos duro para desarrollar y recopilar la información necesaria para surtir al profesional seleccionado adecuadamente, pero generalmente sin ninguna certeza y, a veces, sin siquiera saber por dónde empezar; claro, porque no entendemos bien el alcance del marketing, así que esperamos darle “el palo al gato”, tanto en el contenido como en la elección del medio y del especialista. Si todo ese esfuerzo no rinde frutos, sentimos que es un resultado injusto después de haber trabajado tan duro. No obstante, el hecho de haber trabajo duro nos consuela, pero el constante fracaso nos termina hundiendo.

Lo cierto es que la mayoría de las PYMES no tienen un encargado de marketing y mucho menos los recursos para pagar por estrategias y/o estudios de mercado. Por lo tanto, lo más inteligente es asesorarse primero y luego actuar. Es decir, antes de acudir a un gastroenterólogo por un dolor de estómago, debiéramos consultar a nuestro médico de cabecera y conocedor de nuestra historia clínica, para luego, y de ser necesario, ser derivado a un especialista.

El valor del marketing para las PYMES, está precisamente en la administración y optimización de los recursos en forma eficiente, los cuales serán fundamentados por la inversión y el trabajo inteligente.